El griego Patrick Tatopoulos, conocido por su amplio currículum en lo que a diseñador de efectos especiales se refiere (a trabajado en películas como "Yo robot", "Outlander", "Silent Hill" e incluso en la primera "Underworld") dirige la tercera parte de la popular trilogía vampírico/licántropa, si bien en esta ocasión la cinta nos llega en forma de precuela, una interesante oportunidad para indagar en los orígenes de esta particular guerra ancestral.
Sin duda, este cambio de época es la primera de las sustanciales diferencias entre esta nueva entrega y sus predecesoras, donde al más puro estilo de las viejas películas de espada y brujería, Tatopoulos se desmarca del estilo "videoclipero" que había caracterizado a la saga hasta este momento (especialmente en la tediosa primera parte, demasiado influenciada por la fórmula MTV) para ofrecernos una película que ahora si, y pese a la notable reducción de presupuesto, tiene las suficientes cualidades como para satisfacer de forma definitiva a todos aquellos que hasta el momento sufríamos esa sensación agridulce que nos habían dejado en el paladar las películas de Len Wiseman.
La primera sorpresa de la cinta la encontramos en el reparto, pues esta vez la película no ha contado con Kate Beckinsale y su estilizada vampiresa Selene (supongo que esto tendrá algo que ver con esa reducción de presupuesto que os comentaba), por lo que se ha echado mano de otra guapa actriz (aunque no tan guapa como cuando rodó junto a Christopher Lambert aquella "curiosa" adaptación del mito de "Beowulf"), Rhona Mitra, que no hace mucho ya cosechó un éxito importante con la última película de Neil Marshall, "Doomsday", y que repite de nuevo protagonismo encarnando a Sonja, hija del líder de los vampiros.
Curiosamente, y totalmente contrario a lo que me podía esperar, el encanto de la cinta no reside en sus secuencias de acción, menos cuantiosas de lo previsto, sino en la relación entre los personajes, sobretodo la que mantienen Sonja y su padre, Víctor, el líder de los vampiros, interpretado de forma majestuosa por el excelente actor Bill Nighy ("Shaun of the dead"), que no sólo da vida al personaje más atractivo de la trilogía, sino que aquí se convierte en el motor absoluto de la historia sobre el cual gira todo lo demás, recordándonos en más de una ocasión que estamos viendo una película de terror y que algunos vampiros aun son capaces de comportarse como tales.
Este es otro de los rasgos diferenciales de "Underworld: Rise of the Lycans", mucho más centrada en crear lúgubres atmósferas (atención a la terrorífica banda sonora, afortunadamente nada que ver con lo oído con anterioridad) y a profundizar en las relaciones entre personajes (la película es bastante generosa en diálogos) que en ofrecernos secuencias de acción. Esto no quiere decir que la cinta sea lenta, de hecho tiene algunos momentos trepidantes al más puro estilo Hollywood, incluida alguna que otra batalla épica (aunque lejos de la pomposidad de las grandes superproducciones), pero siempre a merced de la trama argumental, algo que es de agradecer en los tiempos que corren.
Visualmente la cinta raya a muy buen nivel, luciendo un aspecto muy lúgubre y oscuro (como no podía ser de otra forma, aquí todo sucede a la luz de la luna), con unos excelentes decorados y una recreación de la época medieval, que a mi me ha recordado mucho a lo visto en la también vampírica saga de videojuegos de "Soulreaver", tanto en el diseño de armaduras como en la arquitectura (por no hablar de la peculiar "simbiosis" entre vampiros y humanos). Aunque no es oro todo lo que reluce, y tampoco podían faltar los venenosos efectos digitales, donde en esta ocasión dan más el "cante" que nunca, y es que en algunos momentos las recreaciones de los licántropos parecen estar sacadas de una película de animación de la Disney , aunque por fortuna, esto no sucede siempre, pues en otras ocasiones (¿recordáis lo de la reducción de presupuesto?) los hombre lobo están realizados a la vieja usanza, con disfraces en plan "Dog Soldiers", y ahí que el resultado final si que resulta de lo mas atractivo. Además, al no estar frente a un videoclip de la MTV , la cinta no escatima en sangre, mutilaciones, decapitaciones y demás "iones" que están a la orden del día.
Conclusión, "Underworld: Rise of the Lycans" es un buen ejemplo de que no se necesitan millones y millones de presupuesto para hacer un producto atractivo, pues con una naturaleza mucho mas humilde que sus dos predecesoras, consigue corregir gran parte de los errores cometidos por Len Wiseman para ofrecernos una película de lo mas entretenida y sin comerse demasiado las neuronas, cogiendo un poquito del clásico cine de espada y brujería tan prolífero en los 80 y añadiéndole una pizca de "Romeo y Julieta", todo esto aderezado con una estupenda ambientación y una tétrica puesta en escena tanto visual como sonoramente, que terminan de redondear un producto que si bien no pasará a los anales del género, si tiene la suficiente personalidad como para hacerse un huequecito en el corazón del seguidor habitual del fantástico, incluso a pesar de los bochornosos efectos digitales y su mas que previsible desarrollo. Puede que no sea amor, pero sin duda es buen sexo.
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